La BUENA EDUCACIÓN. Breve antropología de los modales.
Hace 76 años, cuando fue lanzada la bomba atómica sobre la ciudad de Hiroshima, el ejército japonés dispuso la evacuación con el siguiente orden de prioridades: en primer lugar los varones en edad militar y no heridos gravemente. Es decir, todos aquellos que fueran útiles para continuar la guerra, así que se postergaba a los heridos, mujeres, niños y ancianos. La orden tenía su lógica en pleno esfuerzo bélico para poner a salvo a Japón de la derrota. Pero, al cabo, era una barbaridad. Los sesudos y estrictos militares japoneses se habían olvidado del modesto precepto de dar prioridad siempre, ya fuera en el asiento o el en paso, a mujeres con niños, ancianos e impedidos. Puede alegarse que en tiempos de guerra no hay lugar para las cortesías, pero lo cierto es que si un ejército no cuida precisamente de esos que la buena educación ponía en primer lugar, ha perdido toda razón de fondo para seguir peleando hasta la muerte, salvo la pasión homicida por matar a los otros, incluidos, niños,