SEPULTAR y SEPULTURAS
Sepultar y las sepulturas Sobre la muerte han recaído todos los tabúes que suponíamos fijados en la sexualidad: no hablar, no mostrar, no ver, ni pensar. Entre nosotros todas las formas de exposición del cuerpo humano están permitidas sin restricción alguna, salvo la del difunto. Los muertos se han convertido en obscenos y su presencia no se deja notar ni siquiera en los tanatorios, que a su vez no se dejan notar apenas en nuestras ciudades. El cadáver concentra sobre sí todas las prohibiciones más ancestrales: intocable, invisible, intratable. Hace ya tiempo que Foucault había señalado esa transferencia a la muerte de las represiones inconscientes de la sexualidad. Pero cuanto más nos esforzamos por esconder la muerte más insepultos quedan nuestros muertos. De hecho, nuestras sociedades son las primeras en la historia conocida de la humanidad que han postergado las ceremonias funerales a una importancia marginal. Y de ahí que todas las formas sociales de consuelo e inte